Nada es tan sencillo.
Amar no lo es.
Entregarse tampoco.
Olvidar mucho menos.
Pasan días,
pasa tiempo.
Pasan algunos diálogos,
palabras, textos.
Pasa mucho
o quizá nada.
Pero el tiempo sí,
el agotamiento,
la falta de energías
el querer seguir adelante,
el no poder.
Sencillo es negar,
quedarse en el mismo lugar,
con lágrimas a la par,
esperando el milagro
del no final.
Pero todo termina en lo mismo.
Nada tan sencillo
como decir basta,
ya no más.
Nada tan difícil
como realmente terminarlo
y que ya no sea más.
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